(Ilustración de Segundo Deabordo)
—Rinnnnggg… rinnnnggg… rinnnnggg…
—¿Dígame?… Sí, soy el carpintero. ¿Qué desea?… Perdone, ¿cómo ha dicho?… Verá señora, yo no hago esa clase de trabajos… Es que eso que me pide es mejor que se lo hagan con otro material… Ya, ya, si yo entiendo que se sienta sola y le eche de menos, y lamento que ya no se encuentre entre nosotros, pero es que… Por favor, no insista. Seguro que encuentra a alguien que le pueda… Señora, escúcheme… ¡Señora! ¡Ya está bien! Le digo que no, que no voy a tallarle una reproducción de esa parte de su difunto marido en madera. Esto es un taller decente. ¡Adiós!
El viejo carpintero estuvo varios días pensando en aquella llamada. Al margen de lo peculiar del encargo, la pretensión de la desconsolada viuda de “reemplazar” a su marido por un objeto de madera le hizo germinar una idea en su cabeza. ¿Hasta qué punto sería una figura de madera capaz de sustituir al hijo de carne y hueso que nunca había podido tener? Decidido a comprobarlo, se encerró en su taller y en pocos días talló con sus propias manos un muñeco con la asombrosa apariencia de un chiquillo de verdad.
Lo vistió con ropa de niño y pasó toda la tarde hablando y jugando con él como si estuviera vivo. Incluso le preparó la merienda. Pero de pronto le invadió una profunda sensación de ridículo; aquello no tenía ningún sentido.
—Estoy haciendo el imbécil. Me voy a acostar —dijo mientras arrojaba a la basura el bocadillo de nocilla intacto.
Lo que el buen hombre no podía imaginar es que un Hada de los Buenos Deseos le había estado observando a escondidas con mucho interés. Conmovida por la escena que había presenciado, esa misma noche el Hada dotó de vida al muñeco, conservando eso sí su aspecto de madera.
La mañana siguiente, cuando el carpintero entró al taller, el muñeco exclamó:
—¡Hola, padre!
—¡Caramba! —se sobresaltó el hombre—. ¿Estás vivo? ¿O estoy perdiendo la cabeza?
—¡Estoy vivo, padre! ¡Estoy vivo!
—¡Qué alegría! ¡Dame un abrazo, hijo!
—No sé si es buena idea, padre. No sabía dónde está el aseo y me he hecho serrín en los pantalones.
El carpintero limpió el trasero al muñeco con una gamuza y un limpiamuebles y, una vez abrillantado, lo estrechó entre sus brazos. No sabía cómo había sido posible, pero por fin tenía el hijo que tanto deseaba.
—¿Cómo me llamo, padre? —quiso saber la criatura.
—Pues… como estás hecho de madera de pino, te llamarás Pinocho.
—¿Y usted cómo se llama?
—Yo me llamo Gepetto.
—¿Y de qué está hecho?
—¿Yo? Pues… de carne y hueso.
—¿Y por qué no se llama Carnetto? ¿O Huesocho?
—Porque no, porque me llamo Gepetto.
—Pero, ¿entonces por qué yo…
—Mira niño, como empieces a tocar los cojones te vas directo a la estufa de leña. Te llamas Pinocho, y punto.
Concienciado con la nueva tarea de criar un niño, Gepetto le compró ropa, calzado y un teléfono móvil. También le apuntó a la escuela para que se hiciese un hombre de provecho. Por su parte, el Hada de los Buenos Deseos le asignó un amigo llamado Pepito Grillo para que estuviese pendiente por si el muchacho-muñeco se descarriaba.
Además de Hada, debía de ser adivina porque desde el primer día que salió a la calle, Pinocho empezó a juntarse con malas compañías y apenas pisaba la escuela. Y Pepito Grillo, lejos de intentar reconducirle, resultó ser otro tarambana de las mismas hechuras. No había día que no llegasen los dos a casa oliendo a cerveza y marihuana. El pobre Gepetto, al que todo esto le cogía muy mayor, no sabía cómo enderezar al muchacho.
—¿Se puede saber de dónde vienes a estas horas? —le preguntaba todas las noches.
—De estudiar en casa de un amigo, padre. —Entonces le crecía la nariz por haber mentido y Pepito Grillo se desternillaba de risa. Y así día tras día, año tras año.
En una ocasión, siendo ya adolescentes, Pinocho y Pepito Grillo se fueron a una gran fiesta que se había organizado en la playa del pueblo. Dos días después, aún no habían regresado a casa. Tampoco cogían el teléfono, así que Gepetto, preocupado, decidió salir a buscar a su hijo. Llegó incluso a adentrarse en el mar con una barca, y en estas andaba cuando apareció una gran ballena azul y se lo tragó.
Unos pescadores presenciaron el incidente y corrieron a avisar a Pinocho, que se encontraba durmiendo junto a su amigo detrás de unas rocas.
—¡Pinocho! ¡Pepito! ¡Despertad!
—Déjame un ratito más —dijo Pinocho aún medio dormido.
—¡Despierta, muchacho! ¡Que a tu padre se lo ha tragado una ballena!
—¿Una ballena? ¿Y qué queréis que hagamos nosotros? —preguntó bostezando y frotándose los ojos.
—Pues os tendréis que meter dentro de ella para rescatarlo.
—Yo no me he traído bañador —dijo Pepito con voz resacosa.
—Y a mí la humedad me viene fatal —se excusó Pinocho.
—¿Cómo? ¿Es que no vais a ir a rescatar a tu padre, par de desgraciados? —le reprochó uno de los pescadores.
—Bueno, bueno, no me agobies tanto. Primero vamos a tomarnos unas cervezas para espabilarnos y luego ya veremos qué se puede hacer.
—¡Eso, eso, primero unas birras! —aplaudió Pepito.
Después de esas cervezas, vinieron unas cuantas más. Y después unos canutos. Cuando regresaron a la playa, ambos iban tan “colocados” que volvieron a quedarse dormidos hasta el día siguiente.
La ballena y Gepetto desaparecieron para siempre en el mar.
Tras aquel penoso episodio, Pinocho vendió la carpintería de su padre y se dedicó a gastar en cerveza y marihuana todo el dinero que obtuvo. No volvió a pisar la escuela ni el instituto y de trabajar no quería ni oír hablar. En varias ocasiones fue detenido por realizar pequeños hurtos junto a su amigo Pepito Grillo.
Moraleja: a los hijos hay que educarlos con mucho amor, sean de madera o de carne y hueso. Pero en este caso no me digan, y perdonen el exabrupto, que no dan ganas de haberle dado un par de hostias a tiempo al jodío muñeco.
FIN… ¡no, todavía no! Es justo explicar que, muchos años después, Pinocho acabó enderezándose —no fue este el caso de Pepito— e incluso llegó a aprobar unas oposiciones a un cuerpo de seguridad del Estado. Y es por esto que a los policías nacionales españoles se los conoce vulgarmente como maderos*.
FIN (ahora sí).
*Nota aclaratoria para lectores no españoles o muy jovenzuelos: en realidad, a los miembros de la Policía Nacional Española se los denomina vulgarmente con el apelativo de maderos debido al uniforme de color marrón que vestían hace varias décadas.
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Jajajajaja… muy bueno. Y en vez de una hostia, un par de ellas 😉
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Pocas me parecen… gracias Silvana 🙂
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Genial, muy ocurrente Capitán 👌🏻
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Muchas gracias Jorge 🙂
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Me gusta tu humor, Capitán. Te sigo!
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Muy entretenido tu cuento. Me ha alegrado un poco, que buena falta me hace. Gracias por publicarlo.
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Me alegro mucho. Gracias a ti por leerme 🙂
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Gracias Gerardo, bienvenido a bordo 🙂
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Es genial, me ha sacado varias carcajadas. Humor inteligente e irreverente. Saludos.
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Muchas gracias Macarena 🙂
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Me gusto
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Me alegro, Cayito 🙂
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Genial los acabo de descubrir. Me encantan….
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Muchas gracias Rosita 🙂
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Muy bueno e ingenioso. Gracias por el buen rato.
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Gracias a ti por leer, Lucas 🙂
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Me encanta 😄😄
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Gracias Carmela 🙂
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Arrancar una sonrisa mientras se hace cavilar no es nada fácil. Tú lo bordas. GRACIAS!!!!
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Gracias Roberto, muy amable 🙂
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Carnetto y Huesocho 😂😂😂 genial, Capi 👏🏻👏🏻👏🏻
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Gracias Ricardo 🙂
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JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAA BRUTAL COMO SIEMPRE!!!!!
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Gracias, gracias 🙂
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Hola Capitán.
He llegado al blog por recomendación de un amigo y he de decirte que tus textos me parecen geniales. Te seguiré leyendo. Un saludo.
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Me alegra lo que me cuentas, Armando. ¡Bienvenido a bordo! ⛴🙂
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Muy buena esta versión, desde el principio ya es hilarante. Enhorabuena.
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Muchas gracias, Claudio 🙂
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:O Ufff Capitán… he leído por lo menos tres micromachísmos por aquí!!! Uno la viuda y su «pata de palo», luego la «chacha de los deseos» yyy… la ballena era hembra??. XDDD… Como siempre, muy grande… y no te miento!!. Un saludo.
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La pata de palo… jajajajaja 😀.
Gracias por seguir navegando, Joorch. Un abrazo!
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Ya empiezas a saber tú qué duro es esto de tener que educar hijos pero como decía mi padre : SIEMBRA Y RECOGERAS
Asi que, Gepetto sembró aunque no pudo ver la cosecha recogida.
Ahhhhh… y POBRE VIUDITA jajajajaja jajajajaja siempre le quedará AMAZON.
Como siempre, SEMBRAO !!!!
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La cosecha le salió pocha al pobre… No te voy a preguntar cómo sabes lo de Amazon… 😏
Gracias Mari Jose 🙂
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Chapeau Captan! Un saludo desde Argentina!
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Muchas gracias María del Carmen 🙂 Un saludo desde el otro lado del charco 👋🏻
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Muy bueno Capitán, no bajas el nivel 👏🏻👏🏻👏🏻
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Muchas gracias Chema 🙂
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Me ha hecho reir mucho. Gracias por compartirlo, es genial.
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Gracias a ti María 🙂
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Excelente frondosa imaginación, en verdad que me haces reír y, los árboles como los niños se enderezan con un tutor.
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Pero qué imaginación tan desbordante… genial!
Me ha gustado mucho mucho mucho….
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Mucho me alegro yo también 🙂
Gracias Agüicha 😊
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Siempre que empiezo una historia tuya intento adivinar cómo va a acabar. Reconozco que nunca lo consigo. Eres cojonudo, Capitán (con perdón)
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Perdonado estás, Braulio. Muchas gracias por leerme 🙂
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Genial versión. Me he debatido entre la risa y las ganas de coger al muñeco y hacerlo viruta 😆
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Esa es la cuestión, Fer. Gracias 🙂
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Al principio casi me engañas y pienso que te ibas a poner tierno. Casi, pero no. 😁
Oye, ahora que está de moda cambiar o censurar los cuentos clásicos, podrías publicar los tuyos: «Cuentos clásicos desclasificados», o algo.
Un abrazo
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Quizás algún día me lancé a publicar algo en papel, pero de momento son palabras mayores para un «recién llegado». El blog solo tiene 6 meses de vida 🙂.
Aunque si publico, ya sé a quién le encargaré la corrección 😉.
Gracias por pasarte, Luna 🙂
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¡Yuju! De todos modos, no creo que sea imprescindible llevar equis tiempo con un blog para publicar, hay mucha gente que publica sin tenerlo. Y en Amazon lo puedes hacer en digital y papel sin gastarte nada. Aunque también hay a quien no le parece una gran opción. Bueno, que yo ni te animo ni te desanimo, solo te cuento de lo que me he ido enterando. 🙂
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Tomo nota, Luna. Gracias 🙂🙂
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¡Jopé, Capitán! Lo que me he podido reir. Cada día te superas.
A partir de ahora, cada vez que vea un Pinocho, me acordaré del tuyo con una sonrisa. Y para sacudirle otro par. Un abrazo.
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Me alegro por esas risas Fernando, son mi mejor recompensa.
Atízale duro al muñeco 😀. ¡Un abrazo!
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Muy bueno Capitán. Suscribo la moraleja ☝🏻
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Muchas gracias 🙂
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Me he hartao de reír, pero el momento estrella para mi ha sido el de: Carnetto, o Huesocho, ese ha sido muy bueno jijiji.
Un saludo
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Me alegro, Náufrago. Estoy esperando en próximo tuyo con ganas 😉. Un abrazo!
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Buenísimo final. Unas risas siempre se agradecen.
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Muchas gracias Pilar 🙂
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Jajaja… se hizo serrín en los pantalones 😂😂. Lo de carnetto y huesocho es muy bueno. Y sí, yo también le habría dado un par de leches 😀😀😀.
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Muchas gracias por leerme, César 🙂
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Lo de la «desconsolada» viuda no es casualidad, verdad? No das puntada sin hilo 😂😂
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Vivan los lectores sagaces 😉
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Me encantan tus cuentos, Capitán. Muy bueno este también 👏🏻👏🏻
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¡Muchas gracias Pilar!
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Con la moraleja lo has clavao. Según avanzaba la historia ya me entraban ganas de darle un bofetón al pollo 😀😀😀
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Jejejeje, gracias por leerme José Miguel 🙂
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Muy bueno Capitán. Con el primer párrafo ya me tenías pensando «a ver por dónde va a salir». Gracias por alegrarme la mañana.
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Gracias a ti, Merche 🙂
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