(Ilustración de Segundo Deabordo).
—Es la última vez que te digo que vengas, Caperucita. A la próxima, te quito el móvil y no lo ves en lo que queda de curso.
—Ya vooooy… ¿Qué quieres?
—Coge esta cesta de dulces y llévala a casa de la abuela.
—¿Otra vez? ¡Pero si ya le llevé una cesta igual ayer! ¡Todos los días lo mismo!
—Que se lo lleves. ¡Y punto!
—Jo, es que siempre me toca a mí. Además, ¿por qué habéis mandado a la abuela a vivir tan lejos?
—Pues hija, porque con los años se está poniendo cada vez más pesada y no hay quien la aguante.
—Ya, claro. Y por eso me cargáis el muerto a mí. ¿Eso también podré hacerlo yo contigo cuando seas vieja?
—Ni se te pase por la cabeza, que te desheredo. Anda, coge la cesta y tira millas.
—Vale, pero mañana le toca a mi hermano.
—Mañana ya veremos. Sal andando y cuando llegues me pones un ‘guasa’ para saber que has llegado.
—Se dice whatsapp.
—Pues eso he dicho, ‘guasa’.
—Vale, mamá. Déjalo.
—Una cosa más, hija.
—Qué paaaasa…
—Estamos en agosto. Debe haber unos cuarenta grados en la calle. ¿No crees que te vas a cocer con la capucha puesta?
—A mí me gusta llevarla.
—Bueno, pues por lo menos ponte otra distinta, que vas siempre con la roja.
—Es mi preferida.
Caperucita tomó la cesta a regañadientes y echó a andar hacia el bosque. A mitad de camino se encontró con un lobo que había aprendido a hablar a base de fijarse mucho y trabajaba de teleoperador de una compañía telefónica. Este le preguntó con voz melosa:
—Doña Caperucita, ¿a dónde va con tanta prisa?
—A llevar esta cesta de azúcar y grasa a mi abuela, que vive en medio del bosque.
—Permítame recomendarle, doña Caperucita, un camino alternativo para llegar a casa de su abuelita.
—Muchas gracias, pero no estoy interesada. Estoy contenta con mi camino habitual.
—Ya, pero es que el camino que yo le ofrezco tiene unas condiciones muy ventajosas.
—No le digo yo que no, pero es que no quiero cambiar de camino.
—Piense, doña Caperucita, que con esta alternativa que yo le propongo usted puede llegar antes a casa de su abuelita, con el consiguiente ahorro de tiempo que ello le supone.
—¡Y jode!
El lobo siguió dale que dale y al final Caperucita accedió a coger el camino que le ofrecía para no seguir escuchándolo. Pero lo que no sospechaba es que se trataba de una trampa; aquel camino era igual de largo o más que el que solía tomar, lo que le permitió al lobo llegar antes que ella y zamparse a la abuela de un solo bocado. Así, sin pelar ni nada.
Al terminar, el lobo se puso el camisón y el gorro de la abuela y se metió en la cama a esperar a que llegase el segundo plato.
(Aquí conviene explicar que el cuento podría haberse venido abajo porque la cama de la mujer desprendía un olor bastante desagradable y al lobo le daba mucho repelús meterse dentro. Pero al final le pudo el hambre y dijo “¡qué demonios, no se puede ser tan fino, coño!”).
Al rato llegó Caperucita, entró en la casa y vio al lobo metido en la cama de su abuela con cara de asco y le preguntó:
—¿Tú qué haces ahí?
—So… so… soy su abuelita —dijo el cánido fingiendo la voz y conteniendo una arcada.
—Pero, ¿qué te crees, que soy gilipollas? Si eres el pesado del lobo con la ropa de mi abuela.
—Ya, bueno… yo… yo la estaba esperando a usted para comerla, pero es que se me está poniendo un mal cuerpo… —dijo el lobo sentándose en el borde de la cama y llevándose una mano al vientre.
—Y mi abuela, ¿dónde está? —quiso saber Caperucita.
—Pues está a punto venir… que viene… que viene… ¡BBBBBBRRRRRRRRGGGHHH…!
El lobo dio una arcada tremenda y vomitó de una pieza a la abuela, que cayó al suelo desnuda, mojada y con los pelos pegados a la cabeza.
—¡La madre que me parió! —se le escapó a Caperucita.
En ese instante apareció por la puerta un cazador que llevaba tiempo siguiendo al lobo y vio a este sentado en la cama, disfrazado de vieja y con la cara descompuesta. A sus pies yacía una criatura desnuda y pringosa que parecía el Golum de “El Señor de los Anillos“.
—Pero…¿qué demonios está pasando aquí? —gritó el cazador alzando la escopeta y mirando a uno y a otro.
—No se preocupe, señor. Está todo bajo control —terció Caperucita.
—Yo me encuentro muy mal —dijo el lobo con un hilo de voz y ojos de corderito—. ¿Podrían llamar a mi veterinario, por favor?
—¿Estás segura, niña? —preguntó el cazador—. Mira que los lobos son animales peligrosos…
—¿Pero usted ha visto la cara que tiene este? Si parece un corderito…
—Ya, eso es verdad. Bueno, les dejo una tarjeta con mi teléfono y si tienen algún problema, no duden en llamarme.
El cazador se marchó y Caperucita ayudó a su abuela a levantarse, echándole una bata por encima.
—Por favor —suplicó el lobo—. ¿Alguien me puede hacer un caldito?
—¡Ay, pobre! —se apenó la abuela—. ¡Si estás tiritando! Anda, métete en la cama otra vez, que enseguida te preparo un consomé. ¡Verás como te apaña el cuerpo!
—Muchas gracias. ¿Me podría cambiar las sábanas, si no es mucha molestia?
Y esa fue la primera de las muchas comidas que la buena mujer le preparó al lobo. A partir de aquel episodio, iniciaron una relación basada en el cariño, el respeto y noches de pasión desenfrenada. Porque un lobo en la cama es un lobo en la cama, y ese pecho velludo le volvía loca a la abuela.
Así pasaron varios meses hasta que al lobo lo llamaron para trabajar en otro cuento y tuvieron que separarse. Pero entonces la abuela, que ya se había acostumbrado al calor del amor y la lujuria, se acordó de que en un cajón de la cómoda guardaba la tarjeta con el teléfono del cazador. Un hombretón de pelo en pecho.
Pero esa es otra historia…
FIN.
Para leer más «Cuentos en Escabeche» pincha aquí.
https://www.safecreative.org/work/1901239712971-cuentos-en-escabeche-caperucita-roja
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Me ha gustado el giro que le das al cuento y lo actualizas a nuestro tiempo, Los personajes los cambias y el Lobo sigue siendo un aprovechado experto en vender el producto, pero tiene su merecido por zamparse a la abuela y eso le produce una indigestión, allí esta la venganza.
En fin me he reído bastante. Gracias por tu cuento tan cercano. ¿ Por que no tiene nombre Caperucita Roja?. Bueno dejemos lo así, que no divierte más.
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Gracias por tu comentario, Jaime. Me alegra que te haya divertido.
Seguro que Caperucita tiene nombre, pero nunca nos lo han contado. Habrá que investigarlo… 🙂
¡Un saludo!
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Genial, me he reído con ganas. Enhorabuena. 👌🏻
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Muchas gracias Lucía 🙂
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Jajajajaja, muy bueno. El lobo teleoperador y ese romance con la abuela 😂
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Gracias Susana, me alegra que te divierta 🙂
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Muy buena esta versión, Capitán 👏👏
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Muchas gracias Daniel 🙂
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Genual versión actualizada! Acá el lobo no queda tan mal parado! Y todos fueron felices!
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El lobo sale muy airoso! 😀Gracias por leer y comentar, Susana!
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Muy bueno capitán carallo. Muy divertido.
Más cuentos porfa.
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Muchas gracias Emilia 😊 Pronto llegarán más cuentos, intercalados con otras historias.
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Que grande eres Carallo!!!!, muy bueno 😉 …me ha recordado aquella vez que mi querida vecina del sexto, de 90 añicos la pobre, me invitó un día a merendar y…
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Desarrolla, Joorch, desarrolla… 😉
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Me parto con esa abuela traviesa 😅😅
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La edad es solo una cifra, Beatriz. 😀Gracias por leerme.
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No me cierra ese perdón y luego enamoramiento con su verdugo parece una persona con «sindrome de estocolmo» o es que por ser abuela debe bancarse la que venga. pero bueno ficción es ficción
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Estimado Anónimo, como usted bien dice «ficción es ficción». Aunque si tiene interés en ello, le puedo aclarar que esta versión surrealista y en clave de humor de Caperucita Roja se basa, entre otras cosas, en la inversión de papeles de los personajes, haciendo lo contrario de lo que se espera de ellos en función de la situación. Por eso la abuela hace lo que usted comenta.
Pero bueno, no le demos vueltas. No deja de ser un relato de ficción (habrá notado que sale un lobo que habla 😉).
Gracias por leerme y comentar. ¡Un saludo!
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Jua jua jua 😀😀 la mejor versión que he leído nunca
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Gracias Gaby 😀
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Una abuela es una abuela..
Maldito bien tibio y «el hombre tal que el oso, cuanto más pelo más hermoso». Nivel a 100%. Bravo.
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Muchas gracias por leer y comentar 🙂🙂
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Una abuela es una abuela..
Maldito bien tibio y «el hombre tal que el oso, cuanto más pelo más hermoso». Nivel a 100%.
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Conte adaptat al món que vivim actualment.
Rebeldia adolescent, famílies que no es preocupen per la gent gran,
Molt bo!!!!
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Gracias por leerme, Ruth 🙂
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No, no puede ser!!.. Como me he reido… Caperucita poniendo «guasa» a su madre!! Jajaja.. Me has alegrádo la tarde!!
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Me alegro Keni 🙂 Gracias por leerme
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Porque pase lo que pase, un lobo siempre será un lobo jijijij Muy bueno amigo. Un saludo
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Jejeje… gracias Náufrago 😀
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¡Cómo cambia el cuento!
Vaya con la abuela… jajajajaj
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Una abuela muy fogosita 🙂
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Genial. Absolutamente genial. Gracias por alegrarme la mañana!!!
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Me alegro 😀 Gracias por leerme
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Genial versión.
«¿qué te crees, que soy gilipollas? » va a ser ya mi frase de referencia. Grande, Caperucita😂😂😂😂
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Esa frase allana muchos caminos 🙂 Gracias por leerme, Emma
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Me encanta cómo el lobo pasa de ser depredador a un indefenso corderito 🐑🐑😂😂.
Gran versión y mejor final. Divertido y surrealista, el sello del Capitán.
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Cordero con piel de lobo… 🙂 Gracias por leerme Ángel
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Muy buena tu versión.
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Gracias Belén 😀
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El lobo pidiendo un caldo y que le vea su veterinario 😂😂😂
Esperando los siguientes cuentos!
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Gracias Samuel. Pronto llegarán 🙂
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Jajaja, muuuy bueno!!! 😂😂😍😍😍
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Gracias por leerme 🙂
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Lo mismo digo 😉
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Esta genial te felicito 👏👏👏👏
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Muchas gracias! 🙂
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Eres un genio ( calambres)…👏👏👏🤣
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Gracias, hermosa 🙂
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Más cuentos por favor 😀😀👏🏻👏🏻👏🏻
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Llegarán en las próximas semanas, Sara. Gracias por leerme. 🙂
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Bravo! Me he reído a placer!
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Me alegro, Belén. Gracias por leerme 🙂
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👏👏👏👏Es la mejor version de caperucita que he leído. Pronto la del cazador por favor
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Gracias, Eloysa! La del cazador es de dos rombos (o más) 🙂
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Muy bueno 👌🏻Me imagino al lobo pidiendo un caldito con carita de pena y me parto 🤣
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Gracias Mariló. No hay quien se resista a un caldito de abuela 🙂
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Jajajajaja 😂😂 joder con la abuela, le va la marcha. Muy divertido
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Gracias Josean. La tercera edad está llena de sorpresas 😀
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Lo del lobo teleoperador es muy grande 😂
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Cada oficio tiene su cosa, Emilio. Gracias por leerme!
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Genial versión 🤣🤣👏🏻👏🏻
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Muchas gracias Lucía 🙂
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Jajajajaja buenisimoooo!!!!
Gracias
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Gracias a ti, Carmen 🙂
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