
Los vecinos de Bajona de Duero eran tan flojos, que no soportaban ir a trabajar los lunes. De camino a la oficina se tiraban al suelo, se tapaban la cabeza y pataleaban como niños.
Bien es verdad que luego se les pasaba y llegaban al trabajo tan contentos, como si nada.
Algún martes también lo hacían, pero no era habitual.
FiN.
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