
El General González-Pulcro (a caballo) ponía mucho empeño en enseñar a sus tropas a matar al enemigo, pero también a morirse bien. Los colocaba a todos en formación y de pronto gritaba, por ejemplo, “soldado Recuero, ¡pum!”. Y entonces Recuero tenía que caer al suelo con gran realismo, como si en verdad lo hubieran abatido.
Si no lo hacían bien, el General se disgustaba mucho y gritaba “¡Stanislavski, señores, Stanislavski…!”.
FiN.
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