
Luis Fernando Gurruño, soldado de la Guardia Real, era tan modesto y humilde que siempre hacía grandes contorsiones para ocupar el menor espacio posible y de esta forma dejar más sitio a los demás.
Tanto era así, que en su testamento dejó dicho que el día que estirase la pata, su familia se la tenía que doblar.
FiN.
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