Juan Pedro Culata (izquierda) construyó una gigantesca escopeta con la que, según aseguraba, se podía matar desde Madrid a una persona que estuviera en Alicante. El problema es que a los madrileños les caían bien los alicantinos, así que nadie tuvo interés en comprar dicho arma y el invento cayó en el olvido.

El primo de Juan Pedro (el que sujeta el cañón) lo veía venir, pero no dijo nada.

FiN.

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