Marisa Espectro estaba harta de su vida de fantasma en casa de los Ramírez. Tenía que asustarlos apareciendo por el desagüe del lavabo al grito de “¡Buuuuhhh!”, pero cada dos por tres le escupían sin darse cuenta el enjuague bucal o le caían encima los pelos de la barba del marido. “Así no hay quien trabaje”, se quejaba. Y con razón.

FiN.

*Lee todas las CRÓNICAS PASMOSAS aquí: https://elcapitancarallo.com/category/cronicas-pasmosas/